Por Gustavo Moreno
Mitos y realidades
Asma, Actividad Física y Deportes
El fenómeno del Asma Inducido por Ejercicio era conocido hace ya dos mil años. A partir de 1950 una gran cantidad de trabajos publicados por numerosos investigadores permitieron dilucidar sus factores causales y mecanismos. Hasta esa época la realización de Actividades Físicas era “tabú”. Un mito que lamentablemente aún existe es que “los niños y/o adultos que padecen asma no pueden practicar deportes”. Si bien, esta tendencia ha ido cambiando en los últimos años, se ha construido a su alrededor un mito de invalidez, y también de angustia ante la sola mención de su nombre asociado con la posibilidad que la padezca un hijo, un familiar, un amigo. Esto ha llevado a un error sumamente extendido: “que la persona con asma no puede realizar actividades físico-deportivas” por considerárselo poco menos que un inválido.
Hoy sabemos que “la persona con asma PUEDE Y DEBE hacer actividades físicas y deportes como parte integral de su tratamiento e incluso de alto rendimiento con un control médico adecuado”.
La practica metódica y sistemática de la actividad física y el deporte como parte integral del tratamiento del asma ha revelado ser un recurso de fundamental importancia en el tratamiento del asmático, mejorando no sólo su sintomatología y su estado físico, sino además, y principalmente, su calidad de vida. La cantidad de atletas de alto rendimiento y aun de representantes olímpicos que fueron originariamente asmáticos, da testimonio de su utilidad, especialmente cuando presentan asma inducido por ejercicio.
El concepto de “asma inducido por ejercicio” (AIE) o “broncoespasmo inducido por ejercicio” (BIE), describe el aumento transitorio de la resistencia de las vías aéreas que sigue a un ejercicio intenso de 6 o más minutos de duración y que se observa, según diferentes autores, entre el 70% y el 90% de los sujetos con asma bronquial. El AIE se objetiviza entre los 3 y 15 minutos (promedio, 10 minutos) después de un esfuerzo de moderado para intenso, como una reducción mayor del 15% del volumen espiratorio forzado en 1 segundo (VEF 1) o del flujo espiratorio pico ( PFE ), en relación a las cifras pre-ejercicio. Y es importante saber que el BIE puede ser prevenido en más del 90% de los que lo padecen mediante el empleo de algunos fármacos.
Los asmáticos con BIE se benefician con los programas de entrenamiento adecuados, los que suelen conducir a un aumento de su capacidad física y su aptitud escolar y/o laboral.
El objetivo de posibilitar la realización de actividades físicas y deportes en lo posible sin obstrucción bronquial. De hecho, el consumo de medicación profiláctica puede reducirse progresivamente.
Los deportistas y atletas (aficionados o profesionales), con asma suelen tener dificultades en lograr una supresión total de la dependencia de la medicación pre-práctica deportiva, en especial si tiene carácter competitivo. Los atletas representantes olímpicos, suelen lograr excelentes performances a pesar de recurrir a la premedicación para evitar el BIE
El resumen de nuestra experiencia nos permite sugerir y recomendar los siguientes la organización de prácticas de actividad física y deporte en pacientes con asma a través de programas de capacitación llevados adelante por equipos interdisciplinarios conformados por médicos especialistas, profesores de educación física especializados en salud y kinesiólogos, estos programas deben ser complementados en todos los casos con prácticas deportivas adaptadas que se adapten a los gustos y tendencias del paciente, esta práctica deportiva y entrenamientos deben ser de 12 meses al año, recomendando a la natación como el deporte menos asmogénico. En síntesis, debe estimularse el movimiento, la ejercitación general, reeducación respiratoria y los deportes, en especial los de elección y poco asmogénicos.
Mg. Gustavo Moreno